Yin Búnker es realizadora y fotógrafa.
Se introduce desde muy joven en la fotografía disciplina que compagina con su trabajo desde 1996 en informativos de una cadena de TV.
Inquieta, ha realizado talleres con personalidades como Víctor Erice, Dona Ferrato, Maya Goded, Cristina Lucas, Donald Weber, Rafael Trobat o el galerista Juan Curto. Estudió realización en el IORTVE.
Sus reportajes sobre El Festival de Teatro de Tárrega, El atentado 11M en un colegio de Atocha (Unicef) o Menores en el Estrecho, han sido premiados por diversos organismos.
Su serie “Encarceladas” es seleccionada como finalista en el Seminario de Fotoperiodismo de Albarracín, en 2017.
Ecléctica y receptiva a lo que le rodea, lleva a cabo varios proyectos personales.
Cree en su trabajo como herramienta de transformación social. Su último documental “Solo las Palomas vuelan”, realizado en los campos de refugiados de Líbano, se proyectó durante el Festival Noches de Ramadán en Cineteca Matadero.
Comencé a fotografiar a las ocho de la tarde. Ese era el efímero momento en el que el sol entraba por la ventana y atravesaba un cristal traslúcido que dejaba una luz difusa ideal para mi propósito. En mis paseos por el monte recolectaba, hojas, plantas que me hacían de estrellas para mi UniVERSO particular.
2021, desde 1957, tras el inicio de la carrera espacial 900.000 objetos entre 1 y 10 cm y unos 34.000 más grandes de 10cm se mueven a más de 28.000km/h. convirtiéndolos en auténticos proyectiles. Organismos como la Oficina de Naciones Unidas para asuntos del espacio exterior llevan tiempo alertando del grave problema de los desechos espaciales, satélites, cohetes, herramientas perdidas, tornillos, cables, cámaras etc… Los mayores riesgos vienen de los fragmentos más pequeños, los micrometeoritos que pueden dañar placas solares de los satélites activos. El mayor reto es no producir más basura espacial y en la actualidad existen directrices para lograr un uso sostenible del espacio. Diseñar naves y cohetes que minimicen la cantidad de material que se desprende durante el lanzamiento, evitar explosiones, alejar las misiones difuntas de la órbita de los satélites operativos o prevenir colisiones. Debemos considerar el entorno espacial como recurso natural limitado y compartido. La continua generación de basura espacial acabará provocando un síndrome de Kessler, cuando la densidad de los objetos en la órbita baja terrestre sea lo bastante elevada como para que las colisiones entre objetos y desechos creen un efecto cascada en el que cada impacto genere nuevos residuos que, a su vez, aumenten la probabilidad de nuevas colisiones. Llegados a este punto, ciertas órbitas alrededor de la Tierra se volverían completamente inhóspitas. Los seres humanos estamos a punto de acabar con el planeta Tierra y también parece ser con el espacio.