“El mundo atrás” es una pieza de danza y teatro físico que trata de un éxodo, del viaje interior y exterior del que se siente desplazado, de lo que se lleva consigo, de lo que carga, de lo que deja atrás, de lo que permanece. La historia la cuentan cuerpos en tránsito, en vuelo, o caída, si existe algún final, almas que se equilibran entre dos mundos, uno que agoniza y otro que lucha por nacer, seres que se levantan una y otra vez para volver a empezar. Un camino sin certezas, pero que representa el triunfo de la esperanza sobre el miedo, allí donde nuestras huellas se entremezclan con las de quienes nos precedieron, dejando atrás viejos refugios, esos falsos santuarios que construimos para protegernos y que se transformaron en una prisión, en busca del horizonte, de una ilusión, de una vaga idea de libertad.
Esta pieza es un intento de ver el alma del ser humano, como diría Lorca, asomarse a ella como a una ventana llena de sol. Quizás es un intento de arreglar las cosas, de componer lo que se ha roto, de recuperar su alma, su poesía. Ese último intento, en medio del absurdo, de reconocernos en el mundo o al menos de estrellarnos en este como un pájaro que choca contra un ventanal al ver parte del cielo reflejado en él.